miércoles, 27 de julio de 2016

El vino

Desde la antigüedad hasta hoy, el vino ha sido de las bebidas más populares. Hoy día gana aficionados, y sus ventas aumentan día con día.

Aunque la mayoría de las personas tiene el concepto de que el vino es una bebida lujosa y de alto costo, las ventas de este lejos de disminuir, aumentan; además, se hacen festivales, publicaciones y hasta programas radiofónicos o televisivos sobre este tema exclusivamente.
       Todo esto ha llevado a que muchas personas del ámbito cristiano se cuestionen sobre la naturaleza y permisibilidad de esta bebida ¿Está mal tomar vino? ¿Qué no Jesús tomaba vino? ¿El vino hace algún daño?
       Bueno, para responder a eso tendremos que hacer dos cosas: primero, qué dice la biblia del vino; y segundo, que es el vino en la actualidad.

La biblia y el vino
       Comencemos por decir que los tiempos bíblicos no se caracterizaron por la gran variedad de bebidas disponibles. Básicamente sólo se consumían tres bebidas distintas: agua, leche y vino.
       Por un lado, el agua es la bebida básica. Aunque todos la consumían diariamente, era vista más con dos propósitos, el de mantenerte activo (o realmente, hidratado) dándote fu erzas aún en los momentos de flaqueza; y el de usarla como herramienta, ya sea para cocinar o lavar.
       La leche, por su parte, era vista como la bebida de los niños. Ésta era casi exclusivamente de consumo infantil, y aunque sí era bebida ocasionalmente por los adultos, esto se hacía en momentos personales o al estar sólo.
       El vino era la bebida que se servía para la comida del día, era la bebida principal y con la que se daban el gusto. Las calidades del vino eran claramente variables dependiendo de una infinidad de factores que hasta el día de hoy siguen afectando (como las barricas, la tierra, el tipo de uva, etc.). Los vinos de inferior calidad eran usados en la comida común, mientras que en los banquetes y reuniones se sacaban los vinos especiales de alta calidad. La gente que acudía a estas fiestas esperaba beber vino de categoría y si no sentían que el vino ofrecido era de calidad se le reclamaba al anfitrión.
       Como se puede atestiguar en el pasaje de las Bodas de Caná, la costumbre era ofrecer el mejor vino al principio, de forma que la gente comenzara a “tomar ambiente” y una vez que, tanto la fiesta como los efectos naturales del vino afectan en los invitados, entonces sí sacar el vino menor, de manera que ya no se le prestara tanta atención a la calidad de este.
       A pesar de todo esto, no todos miraban con buenos ojos el vino, y mucha gente reclamaba el uso del vino por sus efectos secundarios en el consumidor. Algunos pasajes bíblicos aconsejan alejarse de los excesos. 

El vino actual
       En nuestros días, los vinos se producen en una casi innumerable cantidad de variantes, desde los tipos de uva, la región donde se produce, el tiempo de fermentación, la casa productora, el embotellado, e incluso hasta las condiciones de cuidado del producto terminado.
       El nivel de alcohol en un vino puede variar de 7 a 17%, dependiendo principalmente del tipo de uva. Además de esto, el tipo de glucosa generada por ésta también hace variar la concentración del alcohol, lo que quiere decir que dos vinos con el mismo nivel de alcohol podrían causar efectos distintos en el que lo beba, uno más fuerte que el otro.
       La gran cantidad de publicaciones médicas actuales y la abundante publicidad que se le hace a esta bebida ha hecho que todos conozcamos que el vino tiene propiedades benéficas para la salud, aunque cualquier doctor te sabrá decir que sólo bajo cierto nivel de consumo, y no tomándose en exceso.
       Entre los beneficios que el vino ofrece a la salud está el ayudar al sistema circulatorio, ayudando al corazón y disminuyendo el conocido “colesterol malo”. Pero entre los efectos negativos se encuentran daños al hígado y (en exceso) al mismo sistema circulatorio. Teniendo también algunos efectos menos vistos por ser susceptibles poblaciones menores, como gente con asma o problemas respiratorios.

Empecemos a concluir
       ¿Qué quiere decir todo esto? ¿Puedo o no puedo tomar vino? Si a ti no te interesa el vino en lo absoluto, puedes dejar la lectura aquí y tomar la información anterior como información útil. Si te llama la atención o incluso ya lo bebes, entonces hagamos una breve reflexión del consumo de esta bebida.
       Ya que Dios mismo menciona en repetidas ocasiones al vino como una bendición que Él nos da, sonaría raro verlo como algo negativo, pero eso sin considerar la alta diferencia entre le producción actual y la antigua de esta bebida.
        Desde la antigüedad, los egipcios, babilónicos y hasta los mismos judíos conocían efectos benéficos y dañinos de esta bebida ¿Cómo la consumían? Moderadamente. Si las antiguas civilizaciones, que producían un vino más puro que el actual, y en su mayoría con uvas más maduras que detienen la fermentación en un nivel menor de alcohol, lo consumían con cierto criterio, cuánto más nosotros.
        Aunque se menciona que Cristo (nuestro ejemplo a seguir) bebía vino, nunca se menciona que se embriagara o hiciera el ridículo por beberlo. Tampoco se menciona que los discípulos abusaran de esta bebida.
        Todos como hijos de Dios tenemos la libertad de beber lo que queramos (sodas, agua, jugos, leche, vino y hasta cerveza), pero cada quién debe saber cuidad su cuerpo de forma que honre a Dios con él. Tú debes conocer tus debilidades y fortalezas, no puedes beber una copita fingiendo que tienes fuerza de voluntad cuando sabes que no.
       Si vas tomar esta bebida, hazlo sin que otros te critiquen o te tachen de borracho; pero hazlo bajo el estricto conocimiento de que sólo en ciertos niveles es bueno, y que bajo ninguna circunstancia se justifica el abuso del vino.

        Por último sólo te puedo pedir un favor, si vas a beber vino, jamás uses como pretexto “Pues si hasta Jesús lo hacía”. Recuerda que Él sólo tenía 3 bebidas distintas para elegir, y casi siempre eligió las otras dos. 

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