miércoles, 27 de julio de 2016

Las tablas de la ley

¿Qué conocemos de los 10 mandamientos? ¿De las tablas de la ley? ¿Para qué sirve y por qué existe la ley? Está bien, son muchas cosas, pero trataremos de hablar un poco de esto en este artículo.


La historia

       El concepto de “los 10 mandamientos” es popularizado principalmente al catecismo católico, en el que se expresan estas 10 declaraciones de forma explícita, a pesar de que en la biblia jamás se expresa una lista específica de 10 puntos a seguir.
        Poniendo sólo un poco de antecedente, cuando el pueblo de Israel era oprimido por el pueblo egipcio, Dios habló con Moisés y le prometió usarlo para liberar a los israelís de la esclavitud. Moisés obedeció y aunque Faraón no los quiso dejar salir, Dios envió 10 plagas sobre el pueblo de Egipto, de forma que finalmente los dejaron ir.
        Aunque la historia es un poco más larga y compleja, eso es necesario para comprender que al salir de Egipto, el pueblo israelí tuvo que cruzar un desierto nada grato. Al poco tiempo de su libertad, Moisés subió a un monte donde habló personalmente con Dios.
       En este monte, Dios habló con Moisés y le comunicó lo que actualmente se le conoce como “La ley” o “La ley de Moisés”. Lo más básico de esta ley es expresado claramente en el capítulo 20 del libro de Éxodo, y es a este pasaje al que se atribuyen los 10 mandamientos. Esta ley fue escrita por Dios mismo en dos tablas de piedra y se las entregó a Moisés.
       Lamentablemente, el pueblo de Israel sintió que pasaba mucho tiempo y Moisés no volvía, así que comenzaron a desviarse por la adoración a un falso dios creado por ellos mismos. Así Dios le dice a Moisés que baje con ellos, y al bajar, Moisés enojado arroja las tablas y éstas se rompen (Éxodo 32).
       Poco después de este incidente, Dios le ordena a Moisés conseguir dos tablas de piedra nuevas iguales a las anteriores y volver a escribir lo que en ellas había (Éxodo 34).

Algo a tomar en cuenta

       Psicológicamente somos dados a sentir que la “Ley”, los “mandatos” y las “órdenes” son cosas obligatorias y por lo tanto nos desagradan en automático. Esto ha hecho que los 10 mandamientos gocen de poca popularidad, ya que se ven como “imposiciones divinas”. Sin embargo hay siete puntos importantes que tomar en cuenta antes de pensar así:
       1) Dios y Moisés entendían bien entre ellos que la ley no era una condición para la salvación, ni una serie de pasos a seguir para ser salvo; en realidad eran la simple respuesta de agradecimiento de un pueblo ante el Dios que los liberó de la esclavitud para darles tierras de ensueño.
      2) La ley era también la expresión viva del pacto realizado entre Dios y el pueblo de Israel. Cuando uno hace un pacto de negocios es porque ambos salen beneficiados, y además, la conducta de alguno de ellos (o ambos) se ve modificada a raíz de ello. Es igual entre Dios y su pueblo.
       3) La ley ayudaría físicamente a Israel a obtener la promesa y potenciar su capacidad de ser usados por Dios para cumplir una misión especial en esta tierra.
       4) La ley era la revelación del amor y la gracia de Dios, era la muestra del privilegio de haber sido elegidos por el único y sabio Dios como su pueblo escogido.
      Esto también se puede ver en lo que nuestra hermana Bárbara Garibay comenta en este mismo ejemplar de Fortaleza en su artículo, donde menciona que todas las restricciones alimenticias que se realizan en la ley son para beneficio de la salud humana. Restricciones que Dios hizo mucha antes de que el humano descubriera sus efectos negativos.
       5) El cumplimiento de la ley no era una obediencia ciega de autómata programado, sino la expresión de amor y agradecimiento de un pueblo salvado.
       6) Los mandamientos no son ordenados por prioridad ni orden específico alguno por Dios, lo que hace que no se le dé mayor importancia a alguno.
       7) Las leyes son fácilmente acatables por cualquiera, no se le exige al pueblo nada que este fuera del poder humano. Incluso la mayoría de ellas eran normas sociales comunes en la mayoría de los pueblos de la época.

Posterior a Moisés

       Resulta lamentable que a pesar de estos 7 puntos recién mencionados, el pueblo de Israel se esforzó en convertir la ley de Moisés en un reglamento obligatorio para la espiritualidad y la salvación.
       Por esto es que Dios habla a su pueblo constantemente por medio de profetas que exhortaban al pueblo por haber cambiado la piedad y el amor por rituales mecanizados (Isaías 1: 10-17; Oseas 6: 6; Amós 5: 21-24; Miqueas 6: 6-8).
       Así mismo, Jesús al traer mayor gracia y salvación a la humanidad entera, exhorta también a sus discípulos y a todo el que lo escuchaba a no malinterpretar la ley, sino a vivirla por medio del amor y la piedad.
       Por esto es que en Marcos 12 resume toda la ley en dos mandamientos (1) “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas” y (2) “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

       Por eso es que, aunque pareciera que Jesús contradice a la ley de Moisés en muchas ocasiones, en realidad sólo vino a quitar la mirada de la religiosidad y ponerla sobre lo que de verdad importa, el amor. Así lo resume en Mateo 5: 17 “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir”.

Pentecostés

Hay una evento mencionado frecuentemente en el mundo cristiano, pero que pocos comprenden completamente: Pentecostés.

 Desde la década de los 80´s, el nombre de Pentecostés se ha utilizado para nombres de iglesias, movimientos evangelísticos, bandas musicales, y mucho más. Incluso, hay una denominación cristiana conocida como “Pentecostalismo”, “Iglesias Pentecostés” o “Los pentecostales”.
       El nombre de Pentecostés generalmente se asocia (y de ahí es que se toma generalmente como nombre para tantas cosas) con los acontecimientos narrados en el libro de Hechos de los Apóstoles; sin embargo tanto la palabra como la celebración, ya existían mucho tiempo antes.
       Paca conocer bien los orígenes de Pentecostés, hay que regresar hasta cuando Dios libró al pueblo de Israel de la mano de Egipto. En el capítulo 34 de Éxodo, Dios comunica a Moisés las fiestas que anualmente han de ser celebradas, entre ellas menciona la fiesta “De las siete semanas”.
       Esta fiesta se debía celebrar 50 días (siete semanas) después de la pascua, de ahí deriva su nombre, ya que viene del término griego πεντηκοστή (pentekosté), es decir “quincuagésimo” (50°). Aunque tenía una gran relación con la agricultura, muy semejante a la de pueblos aledaños, dicha fiesta estaba impregnada de gratitud y libertad.
       Esta celebración perduró en el pueblo judío durante varios siglos aunque con altas y bajas. Durante la época de los reyes, junto con la pascua y otras fiestas, esta celebración disminuyó considerablemente; y aún más durante el cautiverio en Babilonia, sin embargo, al regreso, el pueblo supo retomarla, y a fechas de Cristo esta fiesta aún era celebrada.
       Regresando a la narración popular de Hechos 2; justo en el día de Pentecostés se encontraban los apóstoles en el momento que descendió el Espíritu Santo sobre ellos y comenzaron a hablar en lenguas.

       Este evento especial (anunciado por Jesús desde antes de su ascenso), da inicio a la misión evangelística de los apóstoles, y el comienzo de una nueva generación. A partir de ese momento, ya no necesitaríamos estar en comunión física a lado de Jesús, o en un templo específico, ya que el Espíritu Santo acompaña a quienes lo han recibido. 

El vino

Desde la antigüedad hasta hoy, el vino ha sido de las bebidas más populares. Hoy día gana aficionados, y sus ventas aumentan día con día.

Aunque la mayoría de las personas tiene el concepto de que el vino es una bebida lujosa y de alto costo, las ventas de este lejos de disminuir, aumentan; además, se hacen festivales, publicaciones y hasta programas radiofónicos o televisivos sobre este tema exclusivamente.
       Todo esto ha llevado a que muchas personas del ámbito cristiano se cuestionen sobre la naturaleza y permisibilidad de esta bebida ¿Está mal tomar vino? ¿Qué no Jesús tomaba vino? ¿El vino hace algún daño?
       Bueno, para responder a eso tendremos que hacer dos cosas: primero, qué dice la biblia del vino; y segundo, que es el vino en la actualidad.

La biblia y el vino
       Comencemos por decir que los tiempos bíblicos no se caracterizaron por la gran variedad de bebidas disponibles. Básicamente sólo se consumían tres bebidas distintas: agua, leche y vino.
       Por un lado, el agua es la bebida básica. Aunque todos la consumían diariamente, era vista más con dos propósitos, el de mantenerte activo (o realmente, hidratado) dándote fu erzas aún en los momentos de flaqueza; y el de usarla como herramienta, ya sea para cocinar o lavar.
       La leche, por su parte, era vista como la bebida de los niños. Ésta era casi exclusivamente de consumo infantil, y aunque sí era bebida ocasionalmente por los adultos, esto se hacía en momentos personales o al estar sólo.
       El vino era la bebida que se servía para la comida del día, era la bebida principal y con la que se daban el gusto. Las calidades del vino eran claramente variables dependiendo de una infinidad de factores que hasta el día de hoy siguen afectando (como las barricas, la tierra, el tipo de uva, etc.). Los vinos de inferior calidad eran usados en la comida común, mientras que en los banquetes y reuniones se sacaban los vinos especiales de alta calidad. La gente que acudía a estas fiestas esperaba beber vino de categoría y si no sentían que el vino ofrecido era de calidad se le reclamaba al anfitrión.
       Como se puede atestiguar en el pasaje de las Bodas de Caná, la costumbre era ofrecer el mejor vino al principio, de forma que la gente comenzara a “tomar ambiente” y una vez que, tanto la fiesta como los efectos naturales del vino afectan en los invitados, entonces sí sacar el vino menor, de manera que ya no se le prestara tanta atención a la calidad de este.
       A pesar de todo esto, no todos miraban con buenos ojos el vino, y mucha gente reclamaba el uso del vino por sus efectos secundarios en el consumidor. Algunos pasajes bíblicos aconsejan alejarse de los excesos. 

El vino actual
       En nuestros días, los vinos se producen en una casi innumerable cantidad de variantes, desde los tipos de uva, la región donde se produce, el tiempo de fermentación, la casa productora, el embotellado, e incluso hasta las condiciones de cuidado del producto terminado.
       El nivel de alcohol en un vino puede variar de 7 a 17%, dependiendo principalmente del tipo de uva. Además de esto, el tipo de glucosa generada por ésta también hace variar la concentración del alcohol, lo que quiere decir que dos vinos con el mismo nivel de alcohol podrían causar efectos distintos en el que lo beba, uno más fuerte que el otro.
       La gran cantidad de publicaciones médicas actuales y la abundante publicidad que se le hace a esta bebida ha hecho que todos conozcamos que el vino tiene propiedades benéficas para la salud, aunque cualquier doctor te sabrá decir que sólo bajo cierto nivel de consumo, y no tomándose en exceso.
       Entre los beneficios que el vino ofrece a la salud está el ayudar al sistema circulatorio, ayudando al corazón y disminuyendo el conocido “colesterol malo”. Pero entre los efectos negativos se encuentran daños al hígado y (en exceso) al mismo sistema circulatorio. Teniendo también algunos efectos menos vistos por ser susceptibles poblaciones menores, como gente con asma o problemas respiratorios.

Empecemos a concluir
       ¿Qué quiere decir todo esto? ¿Puedo o no puedo tomar vino? Si a ti no te interesa el vino en lo absoluto, puedes dejar la lectura aquí y tomar la información anterior como información útil. Si te llama la atención o incluso ya lo bebes, entonces hagamos una breve reflexión del consumo de esta bebida.
       Ya que Dios mismo menciona en repetidas ocasiones al vino como una bendición que Él nos da, sonaría raro verlo como algo negativo, pero eso sin considerar la alta diferencia entre le producción actual y la antigua de esta bebida.
        Desde la antigüedad, los egipcios, babilónicos y hasta los mismos judíos conocían efectos benéficos y dañinos de esta bebida ¿Cómo la consumían? Moderadamente. Si las antiguas civilizaciones, que producían un vino más puro que el actual, y en su mayoría con uvas más maduras que detienen la fermentación en un nivel menor de alcohol, lo consumían con cierto criterio, cuánto más nosotros.
        Aunque se menciona que Cristo (nuestro ejemplo a seguir) bebía vino, nunca se menciona que se embriagara o hiciera el ridículo por beberlo. Tampoco se menciona que los discípulos abusaran de esta bebida.
        Todos como hijos de Dios tenemos la libertad de beber lo que queramos (sodas, agua, jugos, leche, vino y hasta cerveza), pero cada quién debe saber cuidad su cuerpo de forma que honre a Dios con él. Tú debes conocer tus debilidades y fortalezas, no puedes beber una copita fingiendo que tienes fuerza de voluntad cuando sabes que no.
       Si vas tomar esta bebida, hazlo sin que otros te critiquen o te tachen de borracho; pero hazlo bajo el estricto conocimiento de que sólo en ciertos niveles es bueno, y que bajo ninguna circunstancia se justifica el abuso del vino.

        Por último sólo te puedo pedir un favor, si vas a beber vino, jamás uses como pretexto “Pues si hasta Jesús lo hacía”. Recuerda que Él sólo tenía 3 bebidas distintas para elegir, y casi siempre eligió las otras dos. 

martes, 5 de julio de 2016

Los 7 pecados capitales

Seguramente has oído hablar de ellos. Hay películas, canciones, poemas, pinturas y muchas cosas más con la temática de estos vicios ¿Pero son bíblicos?

La primer pregunta es fácil de responder. No. La biblia jamás menciona  una lista (ni de siete ni de ninguna otra cantidad) de pecados “capitales” (ni con ningún otro título semejante).
       La biblia describe al pecado como el alejamiento del hombre respecto a Dios. En el pecado, el hombre se deja llevar por sus deseos o placeres sin importar las consecuencias que esto atraiga.
       La historia de cómo es que se origina el pecado puede ser bien conocida por muchos, y es narrada en el libro del Génesis, en la biblia. Adán y Eva, los primero
s seres humanos, vivían en el Edén (paraíso) completamente a gusto y felices. 
       Sin embargo, Dios había dicho estrictamente que aunque comieran de donde quisieran, había un árbol específico de cuyo fruto no podían comer (“fruto”, jamás se especifica que sea una manzana). Eva, seducida por la serpiente (Satanás),  decide que no puede ser tan malo comer de este fruto; y no sólo lo prueba, sino que lo comparte con Adán.
       De esta forma y a partir de este pecado que cometieron, es que el pecado se disemina hacia el resto de la población. Pero si la biblia no menciona los 7 pecados capitales, entonces ¿de dónde viene este concepto?
       En su libro “Suma teológica”, Santo Tomás de Aquino (teólogo de la edad media, muy apegado a las filosofías aristotélicas, adaptadas al cristianismo) definió a éstos al decir “Los pecados o vicios capitales son aquellos a los que la naturaleza humana está principalmente inclinada”.
       Antes del surgimiento de San Agustín (teólogo del siglo V y apegado a las ideas de Platón), y sus reformas a las ideas religiosas en su libro “La ciudad de Dios”, de donde se forja gran parte de la estructura ideológica del católico moderno; varios teólogos, entre ellos Cipriano de Cartago y Juan Casiano, postularon una lista de ocho pecados principales, los cuales eran: gula y ebriedad (como uno solo), avaricia, lujuria, vanagloria, ira, tristeza, pereza y orgullo.
       Esta lista perduró por un par de siglos, hasta que en el siglo VII, Gregorio Magno actualizó la lista haciéndola de 7 (considerando la tristeza como parte de la pereza): lujuria, pereza, gula, ira, envidia, avaricia y orgullo.
       Tal vez el concepto de los “pecados capitales” no se hubiera hecho tan popular si no fuera por algunos artistas que los plasmaron en sus obras. Entre ellos, uno de los principales fue Dante Alighieri, quien en su obra más famosa, “La divina comedia”,  divide a los penitentes del purgatorio en estos siete pecados.
       Actualmente, la iglesia católica ha propuesto una lista de 7 virtudes que contrarrestan a cada uno de estos 7 pecados.

Soberbia  -  Humildad
Avaricia  -  Generosidad
Lujuria  -  Castidad
Ira  -  Paciencia
Gula  -  Templanza
Envidia  -  Caridad
Pereza  -  Diligencia


       Aunque la biblia no mencione esta lista de “7 pecados capitales”, y aunque el concepto haya sido acuñado y modificado por diversos pensadores a lo largo de varios siglos; eso no quita que sean pecados, y que lo mejor sea evitarlos a toda costa. La paga del pecado es muerte, y sólo Cristo es el verdadero salvador que vence a la muerte. 

Las aureolas

Esta palabra, que en latín significa “dorado”, es muy común en el referente imaginario del mexicano y es necesario dedicar un par de páginas a conocer qué son en realidad.

       Lo primero es aclarar qué significan o representan estos círculos. En sí, las aureolas representan la fuerza espiritual (o en algunos casos, la santidad) del personaje representado.

       Vamos a empezar por aclarar que las aureolas no son exclusivas del ámbito católico-cristiano (en este artículo, retomando la religión desde siglos y hasta milenios atrás, la palabra “cristianismo” puede referir indistintamente católico o cristiano, ya que en aquellos entonces no había diferencia alguna); también son frecuentes las aureolas en imágenes de Buda y distintas imágenes tibetanas, en arte egipcio, griego y romano antiguo; incluso en algunas representaciones hindús.

       Existen distintos términos muy parecidos a las aureolas, pero que los expertos insisten en diferenciar, principalmente, el halo y el nimbo.


       La idea de la aureola se relaciona en la antigüedad con las coronas, usadas siempre en la cabeza y brillantes. Las aureolas no reflejan luz del sol ni de ninguna fuente externa, sino que emanan luz propia.

       Cuando el cristianismo comenzaba, la aureola sólo se utilizaba para las imágenes que representaban a Jesucristo, sin embargo, con el tiempo se extendió su uso a personajes como la virgen y los discípulos de Jesús; más tarde a los apóstoles, ángeles y finalmente, se llegó a usar para todos los santos.

       La aureola no siempre es un círculo en la cabeza del personaje, en Muchas representaciones antiguas la podemos ver como una luz emanante desde la espalda del personaje, como se puede ver en la tradicional imagen de la Virgen  de Guadalupe.

       Hoy en día, las religiones cristianas suelen tener muy marcado el uso o prohibición de imágenes, por lo que, aquellos grupos que las usan no tienen inconvenientes con el uso de las aureolas, mientras aquellos que prohíben las imágenes, prohíben también éstas.

Por Fernando Castro

El templo de Salomón

Desde tiempos remotos, congregarse representaba gran importancia para aquellos que se reunían en nombre de Dios con el propósito de alabarle. Sin duda podemos apreciar la majestuosidad de las infraestructuras  diseñadas para congregarse y alabar a Dios.

       Si bien podemos recordar, las primeras congregaciones no tuvieron lugar en un establecimiento fijo. Los israelitas tenían un lugar de adoración portátil llamado Tabernáculo, en el cual se llevaba a cabo la congregación; a donde ellos fueran, llevaban consigo el altar. Suena un tanto difícil imaginar un altar que podías llevar contigo y dar lugar a la congregación en diferentes lugares.

       A decir verdad, en aquellos tiempos el rey David deseaba construir un templo digno para Dios. Sin embargo, no fue sino hasta que Salomón (hijo de David) se convirtió en rey cuando se pudo llevar a cabo la construcción del majestuoso y famoso templo: el Templo de Salomón.

        Debido a que el Templo ya era un edificio permanente, el pueblo tenía que viajar para congregarse. El rey Salomón construyó el lugar en siete años aproximadamente, y el lugar donde estaba ubicado era de gran relevancia, pues varios sucesos previos habían ocurrido ahí. En conclusión,  el lugar donde se construyó el templo tenía un significado muy especial.

       No es difícil imaginar el majestuoso Templo en Jerusalén bellamente donde el pueblo se reunía para exaltar el nombre de Dios, justo como una fiesta de gala. Así de impresionante era el Templo de Salomón que daba vida a la alabanza de Dios, el mismo lugar donde los israelitas estaban listos para la gran ceremonia. Fue entonces cuando Jerusalén fue considerada la ciudad santa.

       El Templo duró alrededor de 400 años antes de que fuera destruido por los babilonios. No obstante, la profecía de su reconstrucción ha sido un misterio. ¿Qué significado tiene esta profecía? En las Sagradas Escrituras se menciona la reconstrucción del Templo de Jerusalén, pero también existe una relación entre su reconstrucción y el apocalipsis; el fin del mundo sucederá cuando el Templo se termine de construir.  

       Hace algunos años atrás, salió a la luz el proyecto que tenían en mente sobre la reconstrucción el Templo. Sin embargo, el lugar preciso donde se encontraba el Templo de Salomón en la antigüedad es ocupado ahora por otros edificios que son significativos para el Medio Oriente, el cual podría desatar una guerra en caso de que se decidiera reconstruir el Templo en ese lugar tan significativo, como se mencionó previamente. En la profecía está que el Anticristo tomará posesión del lugar y vendrá vestido de paz, es entonces cuando la profecía se cumplirá y será el fin del mundo.

       Mucho se ha especulado sobre la reconstrucción del Templo y que supuestamente les tomará dos años reconstruirlo. Asimismo se dice que el proyecto está listo y que la profecía se cumplirá tarde o temprano. Cabe recordar que la llegada del Hijo de Dios está cerca y el fin de los tiempos pasará. Recordemos que el recibir a Jesús como nuestro Salvador trae consigo la esperanza del inicio de una nueva vida.

Por Jenny E. Medina

¿Qué comía Jesús?

Hola, hoy te quiero platicar de lo que en todas las ocasiones te platico: de la comida, pero ahora remontaremos el tema desde otra perspectiva, desde los tiempos de Jesús, para saber que comía Jesús y que se comía en esos tiempos, incluso que es lo que dijo Jesús mismo de la comida.

       La comida, su origen y las costumbres alimenticias se hacen ver desde el Antiguo testamento empezando por el principio: Génesis, hasta lo largo de todo el AT en forma de usos medicinales, tradiciones alimenticias o como las restricciones dietéticas que existían en Levítico, Deuteronomio, 1ª y 2ª Samuel; incluso en Cantares, Proverbios y Salmos se hace referencia a la comida, en forma de metáforas o analogías para describir algo.

       Para saber que era lo que comía Jesús basta irnos al Nuevo Testamento y leer ciertos pasajes bíblicos que les citare próximamente para ver la alimentación que llevaban sus discípulos y el.

       En los tiempos de Jesús el alimento esencial era el pan, el tener pan en la mesa era igual a tener comida. De ahí la importancia de la petición en la oración: “Danos hoy nuestro pan cotidiano” (Mateo 6:11). Por eso es que Jesús les dijo a los hombres “Yo soy el pan de vida” (Juan 6:35), el pan era considerado el alimento principal, aun en estos tiempos el pan pertenece al grupo alimenticio de los Hidratos de carbono, que se encuentran en mayor proporción a los otros grupos de alimentos en nuestra dieta. Pues son la principal fuente de energía.

        También era un alimento que Jesús acostumbraba comer, y lo podemos ver en la última cena, (Mat. 26:26)."Y comiendo ellos, tomó Jesús el pan y lo bendijo, y lo partió y dio a sus discípulos". Incluso, era una costumbre que Pablo les ensenaba, como lo leemos en Hechos 20:7 "Y el primer día de la semana, juntos los discípulos a partir el pan, Pablo les enseñaba".

         En esos tiempos, había dos clases de pan más usados, el de cebada y el de trigo, había una distinción entre ellos, pues el pan de cebada era considerado como el pan que usaba la clase pobre; y esa distinción se puede observar tanto en el Antiguo Testamento (Jueces 7:13) como en el Nuevo con el ejemplo del joven que solo tenía 5 panes de cebada y los dio a Jesús, el joven muy probablemente pertenecía a la clase más pobre, pero ese humilde acto que hizo generó que cinco mil personas pudieran ser alimentadas (Juan 6:9). No importo el tipo de pan para que Dios hiciera un milagro.

       Por las referencias en Lucas 6:1, Mateo 12:1 y Marcos 2:23 se sabe que los discípulos de Jesús comían grano crudo en los campos. "Y aconteció que pasando él por los sembrados en un sábado segundo del primero, sus discípulos arrancaban espigas, y comían, restregándolas con las manos"

       Otro alimento muy común es el grano tostado: "Isaí envió grano tostado a sus hijos cuando éstos estaban en el ejército, por mano de David" (1 Sam. 17:17). Abigail incluyó algo de él en su presente a David (1 Sam. 25:18). David también lo recibió de sus amigos cuando andaba huyendo de Absalón (2 Sam. 17:28).

       El alimento de origen animal más usado en las costas de mar de Galilea, en los días de Jesús, era el pescado. Cristo se refirió al pescado cuando habló del hijo que pide a su padre un pez (Lucas 11:11). La
Escritura implica que los que vivían cerca de las costas vivían casi siempre alimentados de pescado.

       Otro alimento de origen animal referenciado en la Biblia es el huevo, entre el tiempo de Elías y el tiempo de Cristo, se introdujeron las aves domésticas y el uso diario de los huevos en Palestina. Un pasaje que comprueba esto es cuando Jesús habla de un hijo que pide un huevo a su padre (Lucas 11:12).

       Podemos ver en el Nuevo testamento otros alimentos más con los que Juan el Bautista se alimentaba en el desierto, estos eran las langostas y la miel silvestre (Mateo 3:4).

       Otro ejemplo del uso del pescado y la miel es cuando Jesús quiso probar a sus discípulos, después de haber resucitado, que su cuerpo era real, entonces pidió alimento y le dieron una porción de pescado asado con miel (Lucas 24:41-43).

       Vemos que la comida típica, era el pan y pescado, como el ejemplo anteriormente mencionado del milagro de los panes y peces y la comida en la orilla del lago de Galilea, donde Cristo prepara pescado sobre un fuego de carbón.

       Respecto a los lácteos, la leche era muy acostumbrada, y de ella la fabricación de queso, pues se echaba a perder muy rápido.

       Respecto a las frutas, las más mencionadas son melones, higos, granadas, moras, dátiles. Hermosos frutos que Dios hizo con infinidad de vitaminas antioxidantes y minerales que nos ayudan a darle mantenimiento a nuestro cuerpo.

       Estos eran los alimentos más consumidos en los tiempos de Jesús, ahora, ¿Qué decía Jesús sobre la comida?

       Jesús mismo declaro limpios todos los alimentos, en Marcos 7: 18-19 dice: (…) ¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar, porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina? Esto decía, haciendo limpios todos los alimentos.

       Esta declaración de Jesús, y más que nada, su sacrificio en la cruz es lo que rompió con la ley antigua, por ejemplo la de las reglas dietéticas que se encuentran en el AT en el libro de Levítico capítulo 11, donde se incluían prohibiciones de comer cerdo, mariscos, insectos y varios animales, eran reglas que Dios dio a Israel, que ya no son válidas después de Jesucristo.

       El apóstol Pedro recibe una visión de Dios respecto a los animales impuros, “Lo que Dios limpió, no lo llames tú impuro.” (Hechos 10:15). Cuando Jesús murió en la cruz, Él puso fin a la ley del Antiguo Testamento (Romanos 10:4; Gálatas 3:24-26; Efesios 2:15).

       En el Nuevo Testamento, es más importante la cantidad que comemos que lo que comemos. En Proverbios 23:2 nos dice “Si eres dado a la glotonería, domina tu apetito”. El apetito físico es una analogía de nuestro autocontrol, de nuestro dominio propio (fruto del Espíritu). Si no somos capaces de controlar nuestros hábitos alimenticios, muy probablemente tampoco seamos capaces de controlar otros hábitos de la mente como lujuria, odio, ira, avaricia. Hay que recordar que la gula o glotonería también es un pecado, muchas veces muy ignorado.

       Jesús no hacía hincapié en la comida como lo más importante en la vida, en Mateo 6:25 Jesús dijo: “Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa?”. Y en otro versículo nos dice: (…) “Escrito está: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”” (Mateo 4:4, NVI)

       En Juan 6:27 Jesús nos dice: “Trabajen, pero no por la comida que es perecedera, sino por la que permanece para vida eterna, la cual les dará el Hijo del hombre. Sobre éste ha puesto Dios el Padre su sello de aprobación.” (NVI)

       En conclusión, la comida es una creación de Dios con el propósito de mantener nuestro cuerpo saludable; en Génesis nos dice que todo lo que Dios creo como alimento es para nuestro mantenimiento, pero ciertamente no es nuestra única fuente de vida, nuestra fuente de vida y vida eterna es Dios por medio de Jesucristo.

Por Bárbara Garibay

¿Qué onda con el Purgatorio?

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Romanos 5:8

       A lo largo de nuestra vida seguramente hemos escuchado hablar del Purgatorio. Ese preciso lugar en donde las almas se muestran en llamas con el objetivo de limpiar los pecados que cometieron en vida.

       Si bien, el Purgatorio es definido como un estado de purificación de las almas de aquellas personas que han muerto, en el que limpian sus almas del pecado antes de alcanzar la gloria.

       Este estado de purificación es visto como un castigo temporal previo a la vida eterna. Todos aquellos que dejan este mundo terrenal sin haber pagado por sus pecados tendrían que pasar por esta transición para poder disfrutar de la vida eterna.

       Puesto que estas almas no se encuentran libres de aquellos pecados que cometieron en vida, el Purgatorio es una forma de pago para poder estar en la gracia de Dios.

       Una vez que hemos definido lo que es el Purgatorio queda en duda si esto es verídico. La Biblia nos deja muy claro que Cristo murió por nosotros, con el objetivo de limpiar todo pecado en cada ser humano. Siendo este el caso, el Purgatorio niega el sacrificio de Cristo que nos abre paso a la vida eterna.

        De esta manera, decir que se debe sufrir por los pecados cometidos una vez que dejamos este mundo, significa el rechazo o la poca valoración del sacrificio que Cristo hizo por nosotros; un sacrificio perfecto y absoluto.

        Jesús sufrió por nuestros pecados para poder ser liberados de cualquier sufrimiento. De esta forma existe una contradicción entre el concepto del Purgatorio y la salvación que nos ha sido otorgada. Es muy importante mencionar que la vida eterna se nos otorgó desde el momento que Cristo murió en la cruz. Por consecuente, aunque se tenga la idea del Purgatorio, lo importante son las obras que hacemos en vida, pues ellas pueden ser recompensadas o pudieran afectarnos en gran medida.

        Por esta razón, es esencial saber que hemos sido salvos por medio de la fe en Cristo. Si nosotros Creemos que Jesús es nuestro Salvador, entonces la idea del Purgatorio sería meramente una idea errónea.

       Tomando en cuenta el juicio final, sabríamos que al llegar a la presencia de Dios seríamos almas que fueron liberadas de todo pecado, purificadas, perfeccionadas, y santificadas gracias al hermoso sacrificio de nuestro Señor Jesús.

       Que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos. 1 Pedro 1: 3


Por Jenny E. Medina

¿Cómo es el cielo?

Este tan anhelado lugar celestial es criticado por muchos y alabado por otros. En medio de la controversia, a veces ignoramos la palabra de Dios y nos preguntamos ¿Cómo es el cielo?

       Es verdad que muchas veces nos dejamos llevar más por lo que dice la televisión, la radio, los libros, revistas y hasta nuestro pastor, antes que por lo que dice la biblia al respecto de temas tan importantes como lo es el cielo.
       ¿De verdad existe o es un invento del hombre? Y si existe ¿Cómo es? ¿Con nubes y ángeles  volando por allí1? ¿Es un lugar de descanso? ¿Saludaré a mis amigos y familiares si llego allá? ¿Haremos fiesta todos los días?
       Para responder estas preguntas sólo podemos hacer una cosa, leer la palabra de Dios, donde nos dejó escrito todo lo que tenemos que saber. Si quieres buscar más en base a lo que dicen otras personas, sólo perderás el tiempo ¿Quién sabe más del cielo, su creador o alguien que nunca lo ha visto?
       A principios de los años 1300, un hombre llamado Danta Alighieri escribió un poema llamado “La divina comedia” en donde él mismo viajaba al infierno, purgatorio y cielo, conociendo así todo lo que se encuentra en el “más allá” y haciendo reflexiones importantes respecto a estos lugares2. Lamentablemente, durante los últimos 700 años, la visión general de cómo son el cielo y el infierno ha estado fuertemente ligada a las descripciones de Dante, y es por esto que hago las advertencias anteriores.

       ¿Existe o no?
       Comencemos por el principio. En el antiguo testamento no se utiliza el término “cielo” como un lugar metafísico donde habiten los seres celestiales, salvo como la morada de Dios (Job 22: 12).
       El importante notar que tanto el pueblo de Israel como sus pueblos vecinos, notaban en el cielo belleza y perfección; pero mientras los pueblos vecinos adoraban al cielo, las estrellas y sus constelaciones, Israel lo veía únicamente como la creación de Dios y no le rendía ninguna adoración (Salmo 19).
       Esta visión del cielo es confirmada por Jesús quien dice que no juremos por el cielo, pues “es el trono de Dios” (Mateo 5: 34). Sin embargo, Cristo viene a ser quien nos adentra en el concepto del cielo que hoy conocemos.
       Jesús habla constantemente del “reino de los cielos” como el lugar al que debemos dirigir nuestras vidas. Nos invita a que acumulemos riquezas en él y no aquí en la tierra (Mateo 6: 20), así como también menciona que hay habitantes que comparten el cielo con Dios, al decir “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6: 10).
       Por tanto, si Cristo mismo nos habla del cielo, nos dice que debemos dirigirnos hacia allá y que allá está Dios, entonces no hay razones para dudar de su existencia.

       Entonces ¿Cómo es?
       Bueno, ya aclarado que sí existe. Ya que Jesús mismo nos lo expresa, Él mismo nos dice que está preparada una morada celestial donde habita el Padre (Juan 14: 1-2); entonces cabe preguntarse si dejó dicho algo respecto a cómo son las cosas allá.
       Lo primero que hay que hacer es quitarnos la idea de que en el cielo nos veremos igual pero con alas y en túnica blanca. En realidad al morir no nos convertiremos en ángeles; los ángeles y nosotros somos muy diferentes y nosotros no estamos destinados a formar parte de sus filas. De hecho, esto también elimina la teoría de que nuestros familiares y amigos muertos nos acompañan como ángeles de la guarda a todo lugar donde vamos.
       La verdad es que Cristo nos dijo que en el reino de los cielos no tendremos el mismo cuerpo ni la misma vida que tenemos aquí, por tanto no se casarán las personas ni tendrás amistades carnales como las que tenemos ahora (Lucas 20: 34-36).
        Jesús explica que en el cielo hay celebración y comunión con Dios cuando habla con sus discípulos en la última cena (Mateo 26: 29), lo que hace énfasis en que, en el cielo, lo importante no es convivir entre nosotros ni tener relaciones carnales ni de amistad, ni de pareja, ni de familia, sino una auténtica y eterna relación con Dios, dónde Él sea el que reine por siempre.
       Además de los evangelios, Apocalipsis es un libro que nos arroja información respecto al cielo. Si bien es cierto que dicho libro está compuesto en parte de alusiones e imágenes metafóricas, los capítulos 21 y 22 nos mencionan puntos importantes que complementan nuestra visión de la tierra celestial.
        En estos capítulos, el autor se refiere al “nuevo cielo y nueva tierra” ya que los antiguos pasaron. Al decir esto deja en claro que es la morada eterna y no la vil y pasajera en que vivimos ahora. También hace referencia al cielo como un tabernáculo, ejemplificando así la comunión eterna con Dios, viviendo dentro de su propia morada; lo expresa como una ciudad (la nueva Jerusalén), simbolizando la fortaleza y protección de Dios ante cualquier cosa; y lo expresa como un huerto, mostrando la vida celestial como eterna provisión.
        En pocas palabras, nos dice que el cielo es un lugar donde siempre estaremos en comunión con Dios, en el que nunca nos pasará nada malo porque Dios nos estará protegiendo todo el tiempo, y como un lugar en el que nada nos hará falta.


       Los que han vivido o viajado a lugares muy al norte como Irlanda, Noruega, Groenlandia o el norte de Canadá,  probablemente les haya tocado ver que durante meses enteros no se oculta el sol; son meses completos de día y más día, sin noche. Esto es lo más cercano que podemos imaginar a la expresión bíblica que Dios hace a través de Apocalipsis cuando dice que en la nueva Jerusalén no será de noche jamás, que siempre será de día, que no habrá necesidad de ninguna luz, porque Dios siempre lo estará iluminando todo, y como no seremos cuerpos físicos, el descanso y el dormir son innecesarios, por lo que no te tienes que preocupar de problemas en ese aspecto.
       
       En conclusión, el cielo es real, está siendo preparado para nosotros y nos espera. No todos entrarán allí, sólo aquellos que sus nombres estén escritos en el libro de la vida, por eso debemos gozarnos de que así sea (Lucas 10: 20). El cielo es el futuro hogar de los verdaderos creyentes y adoradores (2 Cor. 5: 1-2), allí está nuestra herencia (1 Pedro 1: 4). Luchemos por él, arrebatémoslo (Mateo 11: 12).

1Para mayor información respecto a los ángeles puede leer Fortaleza No. 17 (Mar-Abr 2015), pp. 13-16.

2Para mayor información sobre el Purgatorio, ver aquí: http://conociendolabiblia7.blogspot.mx/2016/07/que-onda-con-el-purgatorio.html 


Por Fernando Castro