lunes, 16 de diciembre de 2019

El verdadero significado de la Navidad


Hace aproximadamente unos 2019 años (¿o 2020 para que sea número cerrado?) nació en el pequeño pueblo de Belén en el actual Israel, un niño que físicamente pudo haberse visto como cualquier otro, pero que sus padres sabían sería el salvador del mundo.

Todas las historias de superhéroes tienen un inicio, pero más allá de eso tienen un trasfondo previo a ese inicio. Supermán por ejemplo, su historia comienza el día que llega a la tierra, pero hay toda una red de problemas complejos detrás de ello que involucra incluso la destrucción de un planeta entero. Si bien a Batman suelen darle de inicio el momento en que sus padres son asesinados saliendo del teatro; cualquier fanático del caballero de la noche sabe que el problema de Bruce Wayne con los murciélagos y demás complejos psicológicos eran previos al doble homicidio; por no hablar de toda la violencia y corrupción que ya aterrorizaban ciudad Gótica.

Bueno, pues si así sucedió con los héroes ficticios, cuánto más no había de pasar con el verdadero salvador. La realidad es que Jesús no nació por la pura curiosidad divina de ver qué se sentía ser carne. Tampoco nació para servir como buzón de quejas y sugerencias de los hombres con Dios. Menos nació para la exclusiva misión de hacer milagros y sanaciones. No fue un profeta más.
Jesús vino a la tierra con una misión muy específica y era la de morir y resucitar.

Cordero de Dios
A partir de que el pueblo de Israel es liberado de la opresión de los egipcios, Dios estipula leyes sobre su pueblo para que se conduzcan con rectitud. Salirse de esta ley era caer en pecado (pecado que separaba tanto a la persona de Dios, que en ocasiones el pecador tenía que pasar la noche afuera del campamento o la ciudad), y para ser perdonado del pecado ante Dios se tenía que recurrir a un levita que intercediera por uno y realizar un sacrificio.

Si bien se sacrificaban distintas cosas dependiendo del pecado y de la situación económica del individuo, la base de los sacrificios que se realizaban eran los corderos. Estos animales eran cortados y mutilados, y su sangre se derramaba. No es necesario aclarar que el animal sufría mucho en el proceso, aunque ciertamente no era una gran preocupación para la persona que había pecado.
Todo esto lo explico porque hay un pasaje clave en la vida de Jesús, el día de su bautizo. Dice la palabra en Juan 1: 29 que “vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Referirse a un hombre como el “Cordero de Dios” era un mal presagio ante los ojos de la gente, pues claramente significaba que aquel hombre habría de pagar el pecado del mundo, y si un cordero sufría indescriptiblemente por el pecado de un hombre, cuánto tendría que sufrir aquel Jesús por el pecado de todo el mundo.

Los profetas del antiguo testamento habían asegurado desde hacía más de trecientos años que vendría un salvador que reconciliaría a Dios para con los hombres, rompiendo la barrera que les separaba. Así, Jesús en Lucas 4, lee un pasaje del libro de Isaías donde dice que será el año agradable del Señor, que sanará a los enfermos y dará vista a los ciegos; luego, Jesús mismo asegura “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”, afirmando así que Él era el elegido de Dios.

La profecía cumplida
Pero el libro de Isaías no solo profetizaba cosas bonitas, también en el capítulo 53 se lee:
Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.

De esta manera, tras tres años de ministerio de evangelización, acompañado de sus discípulos, Jesús es traicionado por uno de ellos y llevado ante las autoridades religiosas y políticas. Por una gran influencia del sumo sacerdote y demás levitas, es hallado culpable y cumple la profecía de Isaías al sufrir la paga del pecado de la humanidad en su propio cuerpo como el cordero pagaba el pecado del judío anteriormente.

Finalmente muere colgado en una cruz en un lugar público para que cualquiera lo pueda ver.
Sin embargo para fortuna nuestra la profecía tampoco terminaba ahí, aún faltaba algo más y era la resurrección del Mesías. Jesús mismo lo dijo en Mateo 12: 40 al decir “Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches”.

Al tercer día de la muerte de Jesús, visitan su tumba y no se encuentra allí el cadáver. Hubo confusión, claro, entre la idea de que resucitara, que lo hubieran robado o que alguien jugara una broma pesada; pero finalmente Cristo rompe toda duda al presentarse físicamente frente a sus discípulos.

La resurrección de Jesús no era sólo para darle dramatismo, ni un “final feliz” a los evangelios. La resurrección de Cristo es el momento en que Jesús venció a la muerte, la derrotó por completo y con ello le demostró al mundo que tiene el poder para la resurrección y que cumplirá su promesa de resucitarnos a nosotros el día del Señor.

Es ahí donde se encuentra nuestra salvación.

El verdadero significado de la navidad
Miles de veces he escuchado en cine y televisión que el “verdadero significado de la navidad es que resulta mejor dar que recibir” (acto seguido, los personajes se regalan cosas, se abrazan, se besan y disfrutan de una noche hermosa a la luz del fuego de una chimenea mientras afuera nieva de forma espléndida).

Para aquel que siente regodear su corazón con esta escena, lamento informar que ese no es el verdadero significado de la navidad (aunque no quita que es buen mensaje). En realidad el verdadero significado de la navidad es celebrar y estar en suma alegría por haber tenido un salvador. Porque estábamos muertos en nuestros pecados (todos, no sólo los judíos, ni tu vecino) y por ello estábamos apartados de Dios (“Pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios” Rm. 3: 23); porque por nuestros pecados sólo nos esperaba una cosa y era la muerte eterna (“Porque la paga del pecado es muerte” Rm. 6: 23a). Y porque a pesar de eso, hubo un hombre que tomó la paga de nuestros pecados, sufrir por nosotros y vencer la muerte, dándonos la promesa de la vida eterna (“la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor” Rm. 6: 23b).

Sí hay algo importante que celebrar esta navidad. No importa si de verdad nació o no un 25 de diciembre. El verdadero significado de la navidad es agradecer a Dios por habernos salvado por medio de su hijo Jesucristo.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Juan 3: 16

Feliz navidad.   


Por Fernando Castro