jueves, 9 de julio de 2015

5 señales de los tiempos finales

“Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe.”Mateo 24: 3-4

       La biblia habla claramente sobre el fin de los tiempos y el regreso de Jesucristo. No conforme con avisarnos, también nos advierte señales que podemos notar y con ello “anticipar” (hasta cierto punto) que ya viene Cristo por su iglesia.

       A continuación analizaremos cinco de estas señales que Jesús mismo nos mencionó:

Guerra y rumores de guerra (Mateo 24: 6)

       En el comienzo de su explicación, Jesús menciona que escucharemos de guerras y rumores de guerras. Está bien, admitámoslo, las guerras no son nada nuevas. Desde los años antes de Cristo, los pueblos ya se partían la cabeza entre ellos constantemente. Sin embargo Cristo no sólo menciona “guerras” a secas, menciona que de forma masiva las naciones se levantarán entre ellas.
       Aunque desde años anteriores a Cristo ya había guerras, jamás una tan grande como las que hoy en día conocemos como 1ra y 2da guerra mundial; en donde llegaron a participar hasta dos terceras partes de los países del mundo.
       ¿Y entonces porque seguimos aquí? ¡Ah! Dijo Cristo que no acabaría todo aquí, además vienen otras cosas.

Pestes, hambres y terremotos (Mateo 24: 7)

       No vamos a dar por sentado que todo es horrible ahora. Analicemos la situación, entre las epidemias y pestes más importantes de la historia tenemos algunas como la peste española (1918), la peste negra (siglo XIV), e incluso la peste de Atenas (430 a.C.). La realidad es que enfermedades y pestes ha habido siempre. No obstante las palabras de Cristo retumban hoy al darnos cuenta que aún con los avances tecnológicos y los avances en medicina, los virus siguen mutando, adaptándose y matando personas. No sólo eso, sino que cada peste nueva trae mayor número de muertos que la anterior (incluso en porcentajes).

       Además de eso, los terremotos se han incrementado de forma exponencial a lo largo de la historia. Hasta el año 1000 (mil), los terremotos más fuertes que se registraban, difícilmente pasaban 7.5 grados (en escala de Richter). No se registran más de 5 terremotos mayores a 8 grados, antes de dicha fecha. Mientras que 14 de los 20 terremotos más fuertes de la historia (todos mayores a 8 grados) son del año 1900 a la actualidad. Hoy día vivimos con muchos más terremotos y mucho más fuertes; así como muchas más enfermedades nos atacan, y mucho más mortales.

Ser aborrecidos por su nombre (Mateo 24: 9)

      Actualmente la homosexualidad, el transexualismo y hasta el transgénero son apoyados por las masas; entre más cosas aceptan las personas como “buenas” o “correctas”, peor se le ve a los cristianos. Hoy día miles de hijos de Dios son atacados por sus creencias y por defender a Dios en un mundo modernizado.  Lo peor es que está escrito, sabemos que las cosas empeorarán.

       Y todo esto, sin mencionar todas las regiones y hasta países enteros donde el cristianismo es prohibido y/o perseguido al grado de matar cristianos.

Falsos profetas (Mateo 24: 11)

Foto: David Koresh
       Todos los días andan por allí falsos profetas que engañan a miles. Sólo por mencionar uno de los casos más famosos, está el de David Koresh, quien decía ser la reencarnación de Cristo y tenía beneficios únicos, como acostarse con todas las mujeres de la secta (incluyendo jovencitas). Al final, Koresh terminó muerto junto con más de 70 hombres, mujeres y niños de la secta en una violenta masacre entre la secta y el gobierno de Estados Unidos.

       Así como Koresh, en los últimos años han surgido varios falsos profetas resaltantes como L. Ron Hubbard (fundador de la cienciología), o Stewart Traill,  fundador de la “Iglesia del entendimiento bíblico”; Traill dice ser la reencarnación de Elías y hace que los miembros de la secta le donen el 90% de sus ingresos. Actualmente Traill vive, sigue siendo el líder de dicha secta y tiene cuatro aviones personales así como una casa de medio millón de dólares.

El amor se enfriará (Mateo 24: 12)

       Este versículo dice que “por haberse multiplicado la maldad” se enfriarán los corazones. Y hoy día vemos tanta violencia y maldad en programas, películas, videojuegos, caricaturas, periódicos y hasta en la calle, que incluso los niños han perdido la sensibilidad ante el necesitado. Podemos pasar frente al huérfano, el pobre, el enfermo o la viuda y no sentir lástima en lo más mínimo; mucho menos, la necesidad de ayudar.



       Todo esto que sucede actualmente, puede que ya sucediera desde antes, pero cada día sucede más y con mayor intensidad, mayores consecuencias y mayores alcances. Es necesario tener cuidado con todas estas señales porque “Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mateo 24: 13).


Por Fernando Castro

Aprendiendo de Jesús

La Iglesia es la única agencia cuya preocupación más grande está en la gente que no es parte de ella.

       Una iglesia no se preocupa por mantenerse cómoda a sí misma (sus miembros) sino por alcanzar a aquellos que están afuera de ella. En el milagro o señal que leemos en el texto de hoy, nuestro Señor Jesucristo desafía a sus discípulos a saciar las necesidades de la gente que les rodeaba. La Iglesia de Cristo tiene una misión, a la que tiene que habituarse, y que debe cumplir con respecto a todos los seres humanos.

“Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos?” Juan 6:5. 

       La necesidad era física, sin embargo representaba una necesidad espiritual también. El Señor permite que sus discípulos se den cuenta de esta necesidad y puedan experimentar la urgencia de saciarla. Una iglesia, un creyente que se precia de ser pueblo de Jesucristo que no percibe la necesidad del mundo, debe reflexionar seriamente respecto a su identidad y a sus hábitos de piedad.

       La Iglesia existe por causa de las necesidades de la humanidad. Todo ser humano tiene necesidades, pero la necesidad más grande que tenemos todos, es la necesidad espiritual. Esta necesidad se expresa de muy diversas formas: necesidad de conocer a Dios, necesidad de tener una razón para vivir, necesidad de perdón, necesidad de esperanza, necesidad de amor, necesidad de saber a dónde vamos al morir.

       Sólo Cristo puede saciar estas necesidades básicas. Pero ahora miremos lo que nos corresponde a todo redimido experimentar.

“Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo: Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos?” Juan 6:8-9.

       No sabemos quién era este muchacho, pero una cosa sí sabemos: Tenía el buen hábito de portar una pequeña cantidad de alimento, y eso sirvió para alimentar a una gran multitud. Si hacemos cuentas, su “lonche” se multiplicó miles de veces.

       Tal vez se trataba del alimento que tradicionalmente todo mundo traía  consigo en una canasta personal durante sus viajes, tal vez era su manera de ganarse la vida, tal vez llevaba esa comida a otras todos. Los discípulos del Señor son en este momento la Iglesia que es usada para distribuir la bendición.

       Las doce cestas que se mencionan son, posiblemente, las tradicionales “mochilas” que todo viajero cargaba con el alimento pertinente. Pero, el número doce representa, en la simbología judía, “el pueblo de Dios”. Por eso se habla de 12 tribus, doce apóstoles, etc.; de cualquier modo, es la Iglesia del Señor la comisionada a tener el buen hábito para percibir la necesidad, encontrar el potencial y distribuir la bendición.

“Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían.” “Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada.” “Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido.” Juan 6:11-13. 

       La situación original era de hambre y cansancio, después de la intervención del Señor por medio de su Iglesia sólo se notaba bendición física y espiritual. El pueblo de Dios ha recibido bendición de gracia, y de gracia debe compartirla.

       Dios no está obligado a responder positivamente todas nuestras oraciones; sin embargo, muchas veces nos sana, nos transforma, cambia circunstancias en forma milagrosa y nos bendice más allá de lo que solicitamos. Podemos decir que Él no siempre nos da lo que pedimos, pero siempre nos da lo que necesitamos.

       Por esta razón, su Iglesia es un pueblo en donde los testimonios de ricas bendiciones son cotidianos. Él sigue haciendo milagros entre nosotros como los hacía en la época bíblica.

       Reflexiona un poco ¿Te ha bendecido Dios con algo que puedes compartir y hacerlo como un buen hábito? ¿Ha realizado Dios algún milagro en tu vida? ¿Estás dispuesto a poner tu vida en las manos de Dios para que Él bendiga a muchas otras personas?

Atrévete a ser usado por Dios

       Jesús quiere que vayamos por todo el mundo re


conociendo las necesidades de la gente y haciendo algo al respecto.  Una persona que se une a la Iglesia de Cristo se une a una comunidad que se preocupa por las personas, especialmente por las menos afortunadas.

       Que todos los hombres y mujeres del mundo tengan la oportunidad de saciar sus necesidades básicas espirituales y físicas. Y si para ellos hay que poner la vida, que así sea.

       Por eso, desarrollemos programas de acción social que provean a la sociedad de mejores posibilidades para elevar su nivel de vida. Soñemos y oremos con tener centros de rehabilitación diversos. Soñemos y oremos con establecer casas hogar para niños, centros de apoyo a víctimas de violencia familiar y muchas cosas más.

Por Pastor Víctor Zárate

¿Por qué leer la biblia?

Es una realidad que la Biblia tiene una posición importante en el ámbito literario, siendo el libro más popular e importante de los últimos tiempos. De todos es sabida su existencia, pero conocer la biblia y usarla, son aspectos totalmente diferentes.

       ¿Qué tanto conocemos la biblia? ¿Hacemos un uso apropiado de su contenido? ¿Reflexionamos y seguimos sus enseñanzas? O ¿solo está decorando bellamente nuestro librero?

       En 2 Timoteo 3:16-17 se menciona lo siguiente: “Toda escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”.

        La biblia ha sido creada por Dios para edificación de su pueblo. En ella, viene contenida la verdad de la historia, las respuestas a las preguntas existenciales, la solución a diversas problemáticas, la sabiduría para una vida en plenitud, entre muchas otras cosas; en pocas palabras, la biblia es nuestro instructivo de vida, pues responde a cada faceta y ciclo vital del ser humano.

      No se trata de un libro más, es realmente la Palabra de Dios. Los libros pueden contener ideas
sumamente interesantes e impactantes para los lectores, basadas en experiencias humanas, sin embargo, la gran diferencia del contenido de la biblia es que, es Dios quien habla, revelando misterios, mostrando su grandeza y buena voluntad.

       Para toda persona resulta necesario leer constantemente la biblia y pedir a Dios por su sabiduría para interpretarla como es debido. No tratemos de leer como si supiéramos todas las cosas, puesto que la palabra de Dios empieza a tener un verdadero significado personal cuando permitimos que sea Él quien nos dirija y hable a nosotros. El momento de la oración es importante para establecer una relación personal con Jesucristo, pero igualmente importante es la lectura diaria, ya que, al ser la palabra de Dios, es a través de ese medio que recibimos una respuesta de su parte.

       Leer su palabra: nos fortalece y hace madurar espiritualmente; permite estar en sintonía con Dios, tener su bendición, poder y autoridad; seguir sus mandamientos, conocer la verdad, ser libres, tener vida eterna, apropiarnos de sus promesas, vivir conforme a su voluntad, ser sensibles a su voz y ser instrumentos de bendición; permite nutrirnos de santidad y pureza para impactar el mundo que nos rodea, llevando su palabra a todo lugar y poder evangelizar.

       Sabemos que es palabra de Dios, porque tiene el poder de transformar vidas “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante que toda espada de dos filos, y penetra hasta partir el alma y el espíritu, y las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” Hebreos 4:12.

        Estamos en un mundo lleno de situaciones peligrosas: drogas, alcoholismo, tendencias suicidas, violencia, sexo irresponsable, rebeldía, egoísmo, pornografía, carencia de valores y moral, entre muchos otros. Si no estamos cimentados de manera firme en la palabra de Dios, nuestra vida estaría
inestable y podríamos caer fácilmente en tentaciones y pecado. Dios conoce nuestra situación de vulnerabilidad, por eso no nos deja solos, y nos ha enseñado que meditando en su palabra y apropiándonos de ella, podemos enfrentar cualquier situación con gran autoridad. Proclamemos sus promesas, obedezcamos sus mandamientos, sigamos su ejemplo. “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito, porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien” Josué 1:8.

       Así que, te invito no sólo a que conozcas la biblia, no sólo que la leas, sino que reflexiones en ella, que analices tu propio estado a la luz de su verdad y evalúes tu relación con Dios, a fin de poder crecer cada día más en Él, conocerlo y apropiarte de su perfecta voluntad a tu vida. Ve más allá que solo conocer la palabra, aplícala, vívela a plenitud, cumpliendo el propósito de Dios para tu vida.

       “Señor, enséñame el camino de tus mandamientos, y yo los seguiré hasta el fin. Dame entendimiento para obedecer tus enseñanzas, y de todo corazón yo la cumpliré. Guíame por el camino de tus mandamientos, porque en él me encuentro a gusto. Pon en mí el deseo de cumplir con tus requisitos y no el de satisfacer mis deseos egoístas. Aleja de mi mente los pensamientos inútiles, dame vida para vivir en tus caminos”. Salmo 119:33-37 (PDT)

Por Maribel Sánchez