¿Y ahora por qué?
Primeramente me gusta la idea de comenzar explicando la gran utilidad que tienen los Proverbios.
Bien es cierto que sirven para toda ocasión: para el matrimonio (11: 22), la paternidad (22: 6), el trato con los animales (12: 10), los modales a la mesa (23: 1-3) y la administración del dinero (23: 4-8), entre otras cosas1. Pero el mismísimo autor nos lo expone básicos beneficios en los primeros 7 versículos, y aquí trataremos de explicarlos un poco (sólo algunos, no todos):
1) Para entender sabiduría y doctrina… (1: 2). Antes que nada, los proverbios no nos regalan la sabiduría, en realidad nos ayudan a entenderla. No es lo mismo, pues como más adelante dice, “¿De qué sirve el precio en la mano del necio para comprar sabiduría, no teniendo entendimiento?” (17: 16).
2) …para conocer razones prudentes (1: 2). Es bastante importante esto, pues, ¿Quién no se ha topado con un necio que, sin querer ceder ante la realidad, se niega a aceptar que está equivocado? La humildad que nos da el conocimiento de los proverbios ayuda, además, para entender razones prudentes.
3) Para recibir consejo de prudencia, justicia, juicio y equidad (1: 3). Cuán bello es este concepto, que junto al siguiente versículo se unen a la perfección. Si todos los jóvenes y simples (yo consideraría a casi todo el mundo como parte de los “simples”) leyeran a conciencia los proverbios, tendrían mejor juicio, con mayor justicia y equidad, equilibrando sus decisiones en la balanza de Dios, y no en su propia prudencia (3: 5). Los jóvenes tendrían mayor inteligencia y cordura, y los simples, más sagacidad (que con cuánta falta nos hacen jóvenes inteligentes y gente sagaz).
4) Oirá el sabio y aumentará el saber, y el entendido adquirirá consejo (1: 5). Si alguien que lea esto, piensa (o pensaba) que ya lo sabe todo y está “muy chilo”, entonces también necesita leer proverbios. Volvemos al tema de tu propia prudencia. Los proverbios nos ayudan a darnos cuenta que el saber (y sabiduría) viene de Dios, y que siempre tienes un buen consejo que escuchar, cosas que aprender, experiencias que tomar y una relación con Dios para mejorar.
Finalmente concluye la lista diciendo la sentencia máxima que resume todo el libro: “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza” (1: 7). No hay para dónde hacerse; si eres un insensato (o un “mero tonto”2) entonces no leas los proverbios.
"El chilo de la movie"
Vale mencionar que proverbios tiene dos protagonistas: la “Dama Sabiduría” e “Insensatez, la Ramera”. Aunque constantemente las podemos ver con apodos; ya sea “la mujer de tu juventud”, o “la mujer extraña”.
Por lo visto, ambas mujeres ofrecen su amor al lector. La sabiduría, como es de esperarse, se ofrece abiertamente en las plazas y calles (1: 20), mientras la insensatez (consciente de su inutilidad) hace las cosas a escondidas (7: 9) y miente o engaña al atraer (7: 19).
Aunque los consejos que da respecto a ellas, pueden aplicarse a verdaderas prostitutas, y verdaderas esposas, no están escritos para que el lector se aleje o ame a dichas mujeres, sino para que rechace la insensatez y ame la sabiduría.
Léase bajo su propio riesgo
A pesar de tanta belleza, se debe tener cuidado al leer los proverbios. Se nos advierte que los proverbios pueden ser mal utilizados por los necios (26: 7). Podemos recordad el caso de los amigos de Job, quienes queriendo ayudar, y queriendo agradar a Dios, creyeron usar proverbios sabios para exhortar a Job, pero en realidad, utilizaron mal varios proverbios.
No he querido hablarte de los proverbios estructuralmente, hablando de las tres secciones en que parece dividirse, de sus distintos autores, de la naturaleza de los proverbios o su aparente influencia egipcia. Mejor he querido platicarte, “así de cuates”, lo que son los proverbios, y el por qué me han cautivado a mí. Espero los leas próximamente (aunque ya los hayas leído antes) y descubras la belleza que guardan en cada versículo.
Por Fernando Castro
2 La Traducción del nuevo mundo de las Sagradas Escrituras dice: El temor de Jehová es el principio del conocimiento. La sabiduría y la disciplina son lo que han despreciado los meros tontos.